A casi nadie le importa que una muy inocente mañana de diciembre alguien se convirtiera en el sexto, y no último habitante, de una casa para dos personas, ni que la historia de unos pocos años comenzara a moldearse en un colegio cuyo nombre está íntimamente ligado a la ciudad que acabaría enamorándole.
Puede que no se entienda como un nombre de ocho letras, siendo muda la primera de ellas, sea capaz de decir tanto, ni que las calles nuevas de un barrio viejo fueran el horizonte de los juegos o que la puerta de un Monumento sirviese de portería en la que dibujar tantos goles soñados en blanquirojo.
Tampoco resulta trascendente para nadie que un río lleno de mar o una torre esbelta o una calleja imposible o un misterio insondable, configurasen a una persona.
Puede que 16 de diciembre, 22 de agosto, 11 de julio, 15 de marzo o 13 de enero, no sean más que fechas en un almanaque o que no sea demasiado extraño que un 7 de junio una Estrella fuese visible antes de que anocheciera.
Quizás no sirva de nada saber que Uagadugú es la capital de Burkina Faso, identificar a la primera a un Dragón de Komodo, apreciar la otra belleza, la que no se ve con los ojos, del Cabo da Roca o presentir tormentas con argumentos.
Quizás nada de lo anterior sirva pero todo eso soy yo, algo que puede resumirse en muy pocas palabras: latidos, sueños, esperanzas y sobre todo camino, siempre camino...
Cita:
"Todo necio confunde valor y precio".
Antonio Machado
lunes, 9 de diciembre de 2013
viernes, 22 de noviembre de 2013
EL PENÚLTIMO MES
“Nació de una tormenta, en el sol de una noche, el penúltimo mes…”
Silvio Rodríguez.
Estaba sentado, con la mirada perdida ante un cielo encendido, como si un Dios travieso hubiese prendido fuego al tibio atardecer otoñal.
Se encontraba a medio camino entre el corazón que amaba y el que le latía en su propio pecho, en tierra de nadie, en un paraje desconocido que parecía haberse engalanado como para un domingo de ceremonia.
Un trovador susurraba canciones en sus oídos mientras el tren, como siempre, se llenaba de mariposas.
Excelente prólogo, pensó, para una noche tan largamente perseguida como presentida.
Por una extraña razón, en contra de lo habitual, la llegada a la estación se produjo a su hora, puntual como una luna buscando redondeces.
En el poblado andén no había nadie, al menos nadie dispuesto a abrir el cofre de una boca donde aguardaban besos demorados, ni unos brazos habituales que como un paréntesis fueran capaces de englobar el significado de la palabra vida.
La ciudad no descansaba, ni siquiera asomaba a ella un aire de desgana a pesar de que acababa de abrirse, en la sierra, la puerta de las nieves.
Al fin pudo mirarse en las pupilas donde siempre se reencuentra consigo mismo, besar los labios que mágicamente, aminoran y aumentan simultáneamente la impaciencia y tocar las manos cálidas y amplias, que como anchas alamedas, acortan las distancias de las geografías cotidianas.
Todo comenzó a surgir. A pesar de la altitud, los versos se fueron sucediendo como olas de un mar misterioso y bello hasta inundarlo todo de ternura, y un universo único e insobornable se fue mostrando en todo su esplendor.
Entonces él recordó la bola de fuego que con trazo firme alguien había dibujado en el lienzo de la tarde, y con una sonrisa en el alma, se quedó a conjugar el verbo amar fuera de los márgenes de lo posible.
RAFAEL MÉRIDA JUAN
Silvio Rodríguez.
Estaba sentado, con la mirada perdida ante un cielo encendido, como si un Dios travieso hubiese prendido fuego al tibio atardecer otoñal.
Se encontraba a medio camino entre el corazón que amaba y el que le latía en su propio pecho, en tierra de nadie, en un paraje desconocido que parecía haberse engalanado como para un domingo de ceremonia.
Un trovador susurraba canciones en sus oídos mientras el tren, como siempre, se llenaba de mariposas.
Excelente prólogo, pensó, para una noche tan largamente perseguida como presentida.
Por una extraña razón, en contra de lo habitual, la llegada a la estación se produjo a su hora, puntual como una luna buscando redondeces.
En el poblado andén no había nadie, al menos nadie dispuesto a abrir el cofre de una boca donde aguardaban besos demorados, ni unos brazos habituales que como un paréntesis fueran capaces de englobar el significado de la palabra vida.
La ciudad no descansaba, ni siquiera asomaba a ella un aire de desgana a pesar de que acababa de abrirse, en la sierra, la puerta de las nieves.
Al fin pudo mirarse en las pupilas donde siempre se reencuentra consigo mismo, besar los labios que mágicamente, aminoran y aumentan simultáneamente la impaciencia y tocar las manos cálidas y amplias, que como anchas alamedas, acortan las distancias de las geografías cotidianas.
Todo comenzó a surgir. A pesar de la altitud, los versos se fueron sucediendo como olas de un mar misterioso y bello hasta inundarlo todo de ternura, y un universo único e insobornable se fue mostrando en todo su esplendor.
Entonces él recordó la bola de fuego que con trazo firme alguien había dibujado en el lienzo de la tarde, y con una sonrisa en el alma, se quedó a conjugar el verbo amar fuera de los márgenes de lo posible.
RAFAEL MÉRIDA JUAN
martes, 19 de noviembre de 2013
CRÍTICA DE UN LIBRO - EN SUS DEDOS, EL MAR
En sus dedos, el mar, obra de Maite Salcedo, es un Océano configurado por gotas en forma de letras que juntas crean un universo singular poblado de muñecas rotas, soledades confesables y latidos siempre sinceros y honestos.
Entre sus olas, no hay resquicios en los que no habite una humanidad superlativa que pone el acento donde debe, en las personas y sus circunstancias, que son también las suyas propias, en ocasiones distintas, pero no tan diferentes y a veces tan parecidas como si un espejo le devolviese su propia imagen.
Sentir, en mayúsculas, ha sido la mejor forma de que los versos macerados durante largo tiempo terminen fermentando para convertirse en unos escritos nada fortuitos, intencionados hasta la última coma y al mismo tiempo inocentes y tiernos como dejados caer descuidadamente sin más pretensión que la de resaltar las luces y las sombras que forman parte de nuestra existencia.
La ausencia de vanidad y la presencia insobornable del Amor terminan por conseguir la cuadratura de un círculo nada rígido que cada cual puede moldear a su modo hasta transformarlo en la figura que desee, ese es el gran misterio de una poesía muy personal que permite múltiples interpretaciones pero que confluyen todas en una única conclusión, sensibilidad.
Entre sus olas, no hay resquicios en los que no habite una humanidad superlativa que pone el acento donde debe, en las personas y sus circunstancias, que son también las suyas propias, en ocasiones distintas, pero no tan diferentes y a veces tan parecidas como si un espejo le devolviese su propia imagen.
Sentir, en mayúsculas, ha sido la mejor forma de que los versos macerados durante largo tiempo terminen fermentando para convertirse en unos escritos nada fortuitos, intencionados hasta la última coma y al mismo tiempo inocentes y tiernos como dejados caer descuidadamente sin más pretensión que la de resaltar las luces y las sombras que forman parte de nuestra existencia.
La ausencia de vanidad y la presencia insobornable del Amor terminan por conseguir la cuadratura de un círculo nada rígido que cada cual puede moldear a su modo hasta transformarlo en la figura que desee, ese es el gran misterio de una poesía muy personal que permite múltiples interpretaciones pero que confluyen todas en una única conclusión, sensibilidad.
viernes, 15 de noviembre de 2013
EN SUS DEDOS, EL MAR
lunes, 9 de septiembre de 2013
VERANO
Traspasar las entornadas ventanas
que en las tardes amarillas
inundan otro estío
de decadentes ausencias.
Confundirme entre las corrientes
drásticamente resecas,
de afluentes estériles
y ríos desmesurados.
Perseguir sombras cinceladas
en huérfanos asfaltos
cubiertos de soledades
y de vidas confundidas.
Aguardar paraísos transitables
nacidos de tu presencia
que dan sentido a un verano
prendido de tus encantos.
Rafael Mérida Juan
2012
que en las tardes amarillas
inundan otro estío
de decadentes ausencias.
Confundirme entre las corrientes
drásticamente resecas,
de afluentes estériles
y ríos desmesurados.
Perseguir sombras cinceladas
en huérfanos asfaltos
cubiertos de soledades
y de vidas confundidas.
Aguardar paraísos transitables
nacidos de tu presencia
que dan sentido a un verano
prendido de tus encantos.
Rafael Mérida Juan
2012
domingo, 28 de julio de 2013
SEIS LETRAS, UN SOLO NOMBRE
Seis letras, un solo nombre,
mil razones silenciadas
y cientos de sensaciones.
Números para quererte
que ya no entienden de cifras
cuando se enfrentan humildes
a tu grandeza incontable.
Dígitos inexplicables
de una métrica embustera,
que busca cuadrar los versos
cual si un poema bastara,
para cantar tus encantos
que tienden al infinito.
Por eso escojo las letras
rendido ya a la evidencia
de que las ciencias exactas
no explicarán el secreto
que habita en dos corazones.
RAFAEL MÉRIDA JUAN
© 2013
jueves, 13 de junio de 2013
DEL AMOR Y OTROS DESAHUCIOS
Se conocieron en la penumbra de un invierno, cuando el frío había invadido con sus témpanos de hielo todos los rincones de dos soledades repletas de olvido.
Los dos zozobraban en un océano de preguntas sin respuestas.
Inicial y mutuamente desconfiaron de la proximidad del otro a pesar, o tal vez precisamente por ello, de reconocer cierto atisbo de similitud entre ambos.
En sus mapas tenían marcados, como una frontera inviolable, los límites de cada territorio fijados con el fuego de pasiones cicatrizadas.
Hablaron más allá de lo previsto en sus mentes cautelosas. Fueron invadiendo, sin violencia ni ambiciones, los secretos rincones del alma ajena.
Él, ávido lector, leyó en los ojos de ella, palabras escritas con la invisible tinta de lágrimas emocionadas y fue cuando los dos entendieron que ya no había que esperar.
Entonces se saltaron las normas, las alarmas, las fronteras, los convencionalismos, las dudas, los miedos, las herencias, las tradiciones, las señales, las prohibiciones, las mentiras, las leyendas, los relojes y todo lo que el hombre había inventado para ponerle zancadillas al amor.
Se desnudaron sin percatarse de que lo hacían, con la naturalidad de quienes llevaban toda una vida deseando hacerlo y multiplicaron los pecados y deseos como un milagro renovado.
Entonces ella ya no hizo más preguntas, y él dejó de buscar respuestas.
© Rafael Mérida Juan
2013 Del amor y otros desahucios.
Los dos zozobraban en un océano de preguntas sin respuestas.
Inicial y mutuamente desconfiaron de la proximidad del otro a pesar, o tal vez precisamente por ello, de reconocer cierto atisbo de similitud entre ambos.
En sus mapas tenían marcados, como una frontera inviolable, los límites de cada territorio fijados con el fuego de pasiones cicatrizadas.
Hablaron más allá de lo previsto en sus mentes cautelosas. Fueron invadiendo, sin violencia ni ambiciones, los secretos rincones del alma ajena.
Él, ávido lector, leyó en los ojos de ella, palabras escritas con la invisible tinta de lágrimas emocionadas y fue cuando los dos entendieron que ya no había que esperar.
Entonces se saltaron las normas, las alarmas, las fronteras, los convencionalismos, las dudas, los miedos, las herencias, las tradiciones, las señales, las prohibiciones, las mentiras, las leyendas, los relojes y todo lo que el hombre había inventado para ponerle zancadillas al amor.
Se desnudaron sin percatarse de que lo hacían, con la naturalidad de quienes llevaban toda una vida deseando hacerlo y multiplicaron los pecados y deseos como un milagro renovado.
Entonces ella ya no hizo más preguntas, y él dejó de buscar respuestas.
© Rafael Mérida Juan
2013 Del amor y otros desahucios.
miércoles, 10 de abril de 2013
OJOS VERDES
Odiaba aquel paisaje que era su horizonte diario. Sucios tejados que no surcaban ni los gatos. Un trocito de cielo demasiado pequeño que ante él, se presentaba cuadriculado por una verja de hierro que le separaba de los “normales”.
Le cansaba aquella reclusión, que siempre tuviese que oír que estaba loco, que era un enfermo mental, sólo porque no recordaba su pasado.
Cuando ingresaron a la nueva, él se fijó en cada detalle. Desde aquel día no vio más que unos ojos verdes, el paisaje había cambiado y entonces recordó la locura que hasta allí le había llevado.
Rafael Mérida Juan
© 2009
Le cansaba aquella reclusión, que siempre tuviese que oír que estaba loco, que era un enfermo mental, sólo porque no recordaba su pasado.
Cuando ingresaron a la nueva, él se fijó en cada detalle. Desde aquel día no vio más que unos ojos verdes, el paisaje había cambiado y entonces recordó la locura que hasta allí le había llevado.
Rafael Mérida Juan
© 2009
viernes, 15 de febrero de 2013
ASÍ SOY YO
Soñador y realista
esperando grandes metas
que mis ojos no verán.
Pragmático y sentimental
capaz de llorar por todo
sin lágrimas derramar.
Calculador e iracundo
trazando las ironías
que mi boca vencerá.
Introvertido y locuaz
usando gestos cercanos
que entierran mi timidez.
Con los pies siempre en la tierra
y la cabeza cercana
a un horizonte de nubes
que sin apenas colores
pretenden pintar mis manos
llenas de vitales huellas.
Valiente entre mis silencios
y cobarde ante el gentío,
ingenioso y solitario,
liberal de pensamiento,
sin duda republicano
y amante de tradiciones.
Pensador y autodidacta,
brillante y a la vez oscuro,
perfeccionista holgazán,
trabajador incansable
que digiere decepciones
y no celebra triunfos.
Con el alma de poeta
y vida algo aburguesada
esteta de bajos vuelos,
ardiente enamoradizo,
dubitativo y miedoso
pero con ideas fijas.
Incrédulo pertinaz
con ciertos ríos de fe,
buscador de la verdad
sin encontrar un sentido
que explique por qué yo existo
y cuál debe ser mi rumbo.
Apasionado y febril,
frío cuando yo lo quiero,
hermético y transparente.
Si he de usar una palabra
para poder definirme,
me quedo en contradictorio.
© Rafael Mérida Juan
2012
viernes, 4 de enero de 2013
REYES MAGOS 2013
Como todos los años os escribo mi carta porque a mí no me engañáis, yo sé que existís y que andáis por ahí disfrazados repartiendo a diario ilusión.
Quiero dividir mis peticiones en tres bloques, el primero son ruegos de índole personal, el segundo para aquellos a los que quiero y forman parte de mi universo particular y el tercero para esta humanidad que parece no saber muy bien hacia dónde camina.
Para mí quiero principalmente salud y que no resten ni se dividan mis afectos, muy al contrario sumen y se multipliquen. También deseo seguir viviendo al lado de quien cada día sigue apostando por mí, haciéndome la existencia más ancha y en colores. Me gustaría ver hecho realidad otro sueño pequeñito en forma de libro. En definitiva seguir creciendo, lograr ser generoso y menos egoísta, convertir en hechos mis buenas palabras, tender la mano y no menospreciar a nadie.
Para aquellos a los que quiero os pido también salud y estabilidad laboral o al menos trabajo, que sigan creciendo las esperanzas de cada uno, que mi compañera se sienta realizada, feliz y tranquila y continúe repartiendo ternura, que mi madre sienta el Amor con mayúsculas y al menos recuerde que merece lo mejor, que mi hija crezca en todos los sentidos y sea cada día más digna y hermosa, que los más alejados se acerquen y los cercanos se arrimen sin miedo, que todos sean mucho más felices.
Y para el resto de la especie os ruego que cambie la escala de valores, que se acaben los seres esclavos, rehenes, usados, maltratados, hambrientos, los niños sin infancia y sin presente ni futuro. Que paguen las crisis los culpables y no los inocentes, los malhechores de guante blanco, los golpistas de salón, los traficantes de sentimientos y horizontes, los que anteponen el oro a la conciencia y saben de números pero no de sentimientos. Que entre todos seamos capaces de dar sentido a palabras como solidaridad, amistad, fraternidad, igualdad, compromiso y sobre todo Amor, mucho Amor. Gracias.
Quiero dividir mis peticiones en tres bloques, el primero son ruegos de índole personal, el segundo para aquellos a los que quiero y forman parte de mi universo particular y el tercero para esta humanidad que parece no saber muy bien hacia dónde camina.
Para mí quiero principalmente salud y que no resten ni se dividan mis afectos, muy al contrario sumen y se multipliquen. También deseo seguir viviendo al lado de quien cada día sigue apostando por mí, haciéndome la existencia más ancha y en colores. Me gustaría ver hecho realidad otro sueño pequeñito en forma de libro. En definitiva seguir creciendo, lograr ser generoso y menos egoísta, convertir en hechos mis buenas palabras, tender la mano y no menospreciar a nadie.
Para aquellos a los que quiero os pido también salud y estabilidad laboral o al menos trabajo, que sigan creciendo las esperanzas de cada uno, que mi compañera se sienta realizada, feliz y tranquila y continúe repartiendo ternura, que mi madre sienta el Amor con mayúsculas y al menos recuerde que merece lo mejor, que mi hija crezca en todos los sentidos y sea cada día más digna y hermosa, que los más alejados se acerquen y los cercanos se arrimen sin miedo, que todos sean mucho más felices.
Y para el resto de la especie os ruego que cambie la escala de valores, que se acaben los seres esclavos, rehenes, usados, maltratados, hambrientos, los niños sin infancia y sin presente ni futuro. Que paguen las crisis los culpables y no los inocentes, los malhechores de guante blanco, los golpistas de salón, los traficantes de sentimientos y horizontes, los que anteponen el oro a la conciencia y saben de números pero no de sentimientos. Que entre todos seamos capaces de dar sentido a palabras como solidaridad, amistad, fraternidad, igualdad, compromiso y sobre todo Amor, mucho Amor. Gracias.
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