Cita:

"Todo necio confunde valor y precio".
Antonio Machado
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viernes, 2 de diciembre de 2016

DIECISÉIS AÑOS SIN TI

“A mi padre, dieciséis años después de su viaje a las estrellas”.

Ahora entiendo muchas cosas que antes ni siquiera era capaz de ver, ahora sé que hay en mí, mucho más de ti de lo que nunca imaginé.
Incluso con el paso del tiempo, he llegado a amar gran parte del universo que en ti habitaba (Machín, Música clásica, Cantinflas, Cine, etc.). No me quejo de las herencias recibidas, es algo que uno no elige. Muy al contrario, agradezco el tiempo que pasé cerca de ti y de tus pasiones, algunas de las cuales se han incorporado a mí para siempre.
Me empapé de tus valores, no sé si lo suficiente como para haberlos puesto en práctica como tú hacías. Ahora, que la niebla se ha disipado, admiro tu bondad, como dijo tu tocayo Machado, eras “en el buen sentido de la palabra, bueno”, generoso y espléndido. A tu modo luchaste por lo que siempre creíste justo, perseguiste tus afanes, tus aficiones, tus objetivos y fuiste capaz, a pesar de tantos obstáculos, de hacernos un poco mejores.
Junto a esa persona irrepetible que fue tu mujer, mi madre, nuestro amor, sostuviste nuestras vidas y, de alguna forma, nos ayudaste a moldear lo que hoy somos.
Me habría gustado que hubieras tenido la oportunidad de ver a mi hija, de conocer a quienes desde hace dieciséis años hasta hoy, han ido enriqueciendo mi vida; a Teresa, mi compañera, con quien seguro te habrías llevado bien. Que hubieras estado físicamente en mis momentos felices, en la presentación de mis libros o cuando lleve a mi segunda ahijada hasta la pila de bautismo. Que de algún modo también te tocase compartir como me hago mayor y cuáles son mis miedos y mis seguridades y que hubiésemos seguido tomándonos una copa de vino y una tapa de “menudo” en esas tascas que sigo buscando. Que hubieses participado de mi alegría viendo a nuestro equipo ganar por fin, títulos, o que siguieras enseñándome esa forma singular de entender lo que significaba el nombre de Hiniesta. Era tu mundo, pequeño y enorme, para un niño que hoy se siente orgulloso de ser tu hijo y te sigue teniendo presente.

Rafael Mérida Juan




viernes, 9 de octubre de 2015

LA CARIDAD EN SOMBRAS

Después de una larga travesía, he logrado editar mi novela La caridad en sombras. Un sueño que se hace realidad. Un proyecto muy personal que quiero compartir con vosotros. Gracias por vuestra complicidad.

lunes, 21 de septiembre de 2015

PAYASOS

Su gabardina, colgaba oscilante del perchero, como un voluntarioso ahorcado que se suicidara gustosamente todas las tardes. Se sentó delante del espejo. En su rostro, resaltaba una mueca triste que le ensombrecía todos sus pretéritos. Nada nuevo, pensó. Forzó una sonrisa, siempre lo hacía antes de comenzar a maquillarse. Valía la pena volver a intentarlo. Sólo unos minutos más tarde, ya era otro, la pintura había obrado el milagro. Se colocó una hiperbólica nariz roja, y con una peluca de colores, se tapó la incipiente calvicie. Ahora estaba contento, su alegría era sólo el preludio de las necesitadas risas infantiles que aguardaban su llegada. Salió al escenario, pero del otro lado, sólo había un grupo de personas trajeadas, que mirándole con la repugnante obscenidad de los políticos, le invitaron a hacer mutis por el foro. Comprendió entonces que a sus niños, seguían robándoles la infancia.

RAFAEL MÉRIDA JUAN

lunes, 9 de diciembre de 2013

A CASI NADIE

A casi nadie le importa que una muy inocente mañana de diciembre alguien se convirtiera en el sexto, y no último habitante, de una casa para dos personas, ni que la historia de unos pocos años comenzara a moldearse en un colegio cuyo nombre está íntimamente ligado a la ciudad que acabaría enamorándole.
Puede que no se entienda como un nombre de ocho letras, siendo muda la primera de ellas, sea capaz de decir tanto, ni que las calles nuevas de un barrio viejo fueran el horizonte de los juegos o que la puerta de un Monumento sirviese de portería en la que dibujar tantos goles soñados en blanquirojo.
Tampoco resulta trascendente para nadie que un río lleno de mar o una torre esbelta o una calleja imposible o un misterio insondable, configurasen a una persona.
Puede que 16 de diciembre, 22 de agosto, 11 de julio, 15 de marzo o 13 de enero, no sean más que fechas en un almanaque o que no sea demasiado extraño que un 7 de junio una Estrella fuese visible antes de que anocheciera.
Quizás no sirva de nada saber que Uagadugú es la capital de Burkina Faso, identificar a la primera a un Dragón de Komodo, apreciar la otra belleza, la que no se ve con los ojos, del Cabo da Roca o presentir tormentas con argumentos.
Quizás nada de lo anterior sirva pero todo eso soy yo, algo que puede resumirse en muy pocas palabras: latidos, sueños, esperanzas y sobre todo camino, siempre camino...

viernes, 22 de noviembre de 2013

EL PENÚLTIMO MES

“Nació de una tormenta, en el sol de una noche, el penúltimo mes…”

Silvio Rodríguez.



Estaba sentado, con la mirada perdida ante un cielo encendido, como si un Dios travieso hubiese prendido fuego al tibio atardecer otoñal.

Se encontraba a medio camino entre el corazón que amaba y el que le latía en su propio pecho, en tierra de nadie, en un paraje desconocido que parecía haberse engalanado como para un domingo de ceremonia.

Un trovador susurraba canciones en sus oídos mientras el tren, como siempre, se llenaba de mariposas.

Excelente prólogo, pensó, para una noche tan largamente perseguida como presentida.

Por una extraña razón, en contra de lo habitual, la llegada a la estación se produjo a su hora, puntual como una luna buscando redondeces.

En el poblado andén no había nadie, al menos nadie dispuesto a abrir el cofre de una boca donde aguardaban besos demorados, ni unos brazos habituales que como un paréntesis fueran capaces de englobar el significado de la palabra vida.

La ciudad no descansaba, ni siquiera asomaba a ella un aire de desgana a pesar de que acababa de abrirse, en la sierra, la puerta de las nieves.

Al fin pudo mirarse en las pupilas donde siempre se reencuentra consigo mismo, besar los labios que mágicamente, aminoran y aumentan simultáneamente la impaciencia y tocar las manos cálidas y amplias, que como anchas alamedas, acortan las distancias de las geografías cotidianas.

Todo comenzó a surgir. A pesar de la altitud, los versos se fueron sucediendo como olas de un mar misterioso y bello hasta inundarlo todo de ternura, y un universo único e insobornable se fue mostrando en todo su esplendor.

Entonces él recordó la bola de fuego que con trazo firme alguien había dibujado en el lienzo de la tarde, y con una sonrisa en el alma, se quedó a conjugar el verbo amar fuera de los márgenes de lo posible.

RAFAEL MÉRIDA JUAN

viernes, 13 de enero de 2012

TRECE DE ENERO

"Los ojos que acertaron a cruzarse
en la infinita soledad del tiempo".
Luis García Montero


"A ti por invitarme a tu universo".

Los cristales empañados
de amaneceres de escarcha,
conservan aún el trazo
que mis dedos dibujaron
en otro trece de enero
repleto de incertidumbres.

Mas el tiempo fue pasando
acortando las distancias
reflejadas sólo en mapas
que ya vencieron dos cuerpos
sin más armas que el deseo
de dos corazones locos.

Y en otro trece de enero
ya no hace falta la espera
porque Granada y Sevilla
nunca estarán alejadas
mientras sigamos viviendo
este amor irrepetible.

RAFAEL MÉRIDA

domingo, 16 de enero de 2011

ALIADO INESPERADO

   Sobre la piel del tiempo, el frágil otoño pausado dejo sólo un vestigio de su fiereza de antaño. La macilenta luz tardó en regresar, pero cuando lo hizo, desbarató impaciente todos los espectros que danzaban en mis noches de insomne pusilanimidad.
De aquel rescoldo que nunca abrigó, ha nacido un invierno de furiosas lluvias y soles inesperados que muestran el anverso y el reverso de una incógnita eterna que quizás hoy, ya no esté interesado en descifrar.
Sólo deseo saborear los silencios que tanto llevan hablando de sus rotundas e impagables dudas.
Y convirtiéndose en un aliado inesperado, el frío de enero ha puesto en mi camino el seguro azar de un universo que deslumbra cuando sólo acaba de asomarse a mi alma.