Cita:

"Todo necio confunde valor y precio".
Antonio Machado

miércoles, 27 de octubre de 2010

CORAZONES ATRACADOS

Tus pechos buscan mis manos o es mi boca la que anuncia el destino de los mismos mientras mi ansia acelera un corazón lastimado que al galope se desboca, estallando allá en lo oscuro lo que tu cuerpo esperaba.
Itinerante, mi lengua curiosa sigue buscando respuestas repetidas como una letanía para acallar el estruendo de este ordenado desorden.
Tu dádiva generosa me regresa a los silencios. Tu piel transito agradecido y el provocado éxtasis me sorprende distraído prendido de otra mirada. Ella no está.
En la penumbra de un crepúsculo mortal, intento sentir lo que no existe más allá de mis quimeras, miro a través de tus pestañas y el negativo se revela, tú eres el blanco, yo el negro.
Sobre mi lecho la sombra de ella oculta tu claridad.
Tú eres el viento, ella el mar y yo la vela.
Corazones atracados en puertos equivocados.

martes, 19 de octubre de 2010

ENVIDIA

               Entre tu cuerpo y el mío, veinte años no son nada. Dos décadas de ventaja que en el presente no importan. Mas yo no sueño contigo, lo hago con mis fantasmas, mientras invaden los tuyos esperanzas de futuro. Aún crees que la tristeza es esa melancolía de las tardes otoñales porque sólo has contemplado la cara de la moneda y no has escrito poemas a un amor que no quiso seguir siéndolo, ni has llorado sabiendo que las lágrimas nunca se secan del todo. No has visto el vacío mudo, hondo y doloroso de soledades no elegidas, ni has percibido el inigualable aroma de las que son provocadas. No hay cicatrices en tu piel, tampoco en el corazón, y tal vez pienses que las caricias se olvidan cuando la otra piel no está cerca. No has despedido a nadie con la certeza de que no volverá.
Ves como algo seguro llegar algún día al horizonte y te bebes de un trago cada instante a pesar de no pensar que pueda ser el último.
Por tus mejillas rebosan los colores de una vida que no sabe de imposibles, de cansancio, de fatiga. Te asombra saber que pareces no saber nada cuando lo comparas con lo que yo sé y en realidad soy yo quien busca tu cercanía para aprender de tus ganas, de tu ilusión, de tu risa siempre atenta a las pequeñas maravillas de lo aparentemente absurdo. Dominas un idioma que vagamente recuerdo y envidio poder estrenar todos los días la sonrisa de lo que parece una perpetua primavera.
¿Entre tu cuerpo y el mío, veinte años no son nada?
Yo apuesto. Tú ganas.

domingo, 10 de octubre de 2010

OTOÑO, LATIDO VIVO

Tu vestido en blanco y negro, manchado y húmedo como un paso de peatones durante una lluvia inesperada.
Brillaban luces rojas y verdes en la oscuridad de una noche sin retorno. Las aceras, huérfanas de pisadas, se quejaban en silencio. La ciudad, nunca muda, hacía un esfuerzo por callar y los relojes acumulaban deseos no saciados.
Los árboles parecían camuflarse en la espesura de un viento cortante y denso.
Corríamos buscando cobijo, algo que nos protegiera de nuestros miedos. Llegamos a aquel portal, veinticinco de la calle Hiniesta, apenas nos hacía compañía la luz del farolito que ilumina siempre aquel azulejo de la Virgen.
Seguía cayendo sobre nosotros el llanto lastimero de una nube extraviada, entonces nuestros labios inquietos se echaron a dormir sobre la boca opuesta y ya no hubo otoño, lluvia, ni relojes.
Todas las certidumbres estaban en el refugio de unos brazos.
Y en ese momento no soñé con otros ojos, no interrogué a mi pasado. Tus besos pusieron nitidez en el cristal empañado de mis dudas y te di las gracias por convertirte en argumento de mis latidos.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Y LLEGAS TÚ

            Va pasando el tiempo. Hace ya algunas semanas que llegué a Macondo. No negaré que hay cosas que echo de menos y que son difíciles de explicar. En cambio he encontrado otras en estas tierras inundadas de realismo mágico que voy incorporando a mi bagaje y que comienzan a ser “La hojarasca” que abriga mi piel.
Por suerte también son permanentes las visitas de personas a las que voy queriendo, que se asoman por un instante a esas ventanas que dejo premeditadamente abiertas para que por ellas entre el soplo de vuestros aires, ese que procede de tierras aparentemente lejanas pero que siento aquí conmigo. (Granada, Asturias, Alemania, etc.)

            Y llegas tú asomada al balcón de mi alma, con todas las chispas de la esperanza bailando en tus ojos y esos párpados que dejas caer con tal elegancia descuidada que las hojas de otro otoño envidian esa caída que no logran imitar. Y me llega la niña más bonita con su rostro de cielo y la palabra del amigo que nunca extinguen el silencio ni el tiempo, y el calor siempre reconfortante de quienes son cómplices de toda una vida.
Y me llega la pereza de los lunes, la resignación de los martes, la constancia de los miércoles, la renovada sorpresa de los jueves, la ilusión de los viernes, la realidad insobornable de los sábados, la vuelta de los domingos.
Y me llega todo circulando sin descanso por las arterias del alma, llenándome la boca de palabras que caben todas en el significado de unos labios.